Hace unos meses escribía sobre el amor, el del bueno, el que no duele. Y hoy voy a escribir sobre sexo (ahorrándome el símil) y lo hago como una reflexión personal e informal basada en temas que tocamos en clase con más o menos profundidad – según quien tengo delante- y sobre los que creo deberíamos hablar, debatir, insistir…más a menudo.
En estos últimos tiempos en los que además de continuar trabajando en otros ámbitos – casi todos relacionados con la mejora de la seguridad de grandes eventos- me he centrado en la prevención de las violencias sexuales en espacios de ocio, musicales, deportivos…he tenido la ocasión de compartir e intercambiar impresiones con muchas personas de perfiles muy diversos (catedráticos, doctores, seguridad pública, privada, psicólogas…) sobre violencia sexual, pornografía, prostitución…
No vamos bien y hay muchos conceptos alrededor de las relaciones sexuales que hemos de redefinir y reinventar – e incluso abolir- por ello hay que huir del silencio y entrar de lleno en el tema por más que a veces nos incomode. Y siempre es interesante conocer visiones y opiniones diversas a veces absolutamente opuestas a las propias.
En el aula, en talleres sobre delitos contra la libertad sexual, protocolos de actuación, etc, también hemos podido mantener estas conversaciones. A veces, el perfil de grupo permite conversar largo y tendido sobre sexo, deseo y consentimiento. Y las reacciones de los asistentes, sus aportaciones, vivencias, dudas, sus miedos e incluso sus resistencias sirven para avanzar. Damos pasos de gigante porque así sensibilizamos, derribamos mitos, difundimos la necesidad de respeto y empatía que debe haber en las relaciones sexuales. Lo cierto es que hay personas adultas que jamás se han planteado algunas de las cuestiones que tratamos. Los que habéis estado conmigo en clase sabéis que hasta yo expreso mis contradicciones internas con algunas de las conclusiones a las que llegamos.
Todo ello sirve para crecer personalmente y mejorar – o intentarlo- nuestras propias vivencias – «profa, ¿y tú no podrías venir a casa a explicarle todo esto a mi mujer?» – pero también para el objetivo principal que suelen tener estos cursos: detectar una situación de violencia sexual, comprender las reacciones de a una persona afectada, saber cómo intervenir, cómo atender a una víctima. Y esta parte más conceptual nos sirve para comprender la parte jurídica y por qué el protocolo independientemente de lo que recoja la Ley, contempla unas u otras conductas ante las que hay que actuar.
Así que siempre procuro que al hilo del debate que se crea haya unos mínimos que queden a todos muy claros, que se vayan a casa con cuatro ideas que no deben olvidar nunca. Unos mínimos que son muy básicos – podéis pensar- pero que os puedo asegurar que por la de veces que me los rebaten conviene revisar, repasar y fijar:
El sexo, el buen sexo – y no aquello que nos vendieron con la mala pornografía- ya sea más o menos duro (y admitiendo la libertad de realizar cualquier práctica legal libremente consentida) requiere empatía y respeto absoluto hacia otro. Respeto -en una relación entre iguales– a lo que a la otra persona le gusta, lo que le apetece en ese momento, respeto a su cuerpo, a su mente, a su salud (dignidad, integridad física y psíquica, libertad, seguridad). Respeto a su honor y a su intimidad, lo que entre dos pasa ‘en la cama’, en la cama se queda. No ser discreto con lo que haya ocurrido, alardear, avergonzar al otro, difundir chismes, rumores, mensajes privados, fotos o videos íntimos puede destrozarle su vida personal, familiar y/o laboral. Ya veis como en pocas líneas ya he hablado de varios derechos recogidos en la Constitución que están en juego en una relación sexual.
El buen sexo, requiere de consentimiento. Si dos o más quieren, adelante, disfruta, innova y diviértete, el sexo es de lo más bonito y fascinante que nos regala la vida. Pero si no tienes ese consentimiento, no es que el sexo vaya a ser malo, es que estás cometiendo un delito. Repetiremos las veces que se necesite que #NoEsNo que #SoloSíEsSí , que no todo sí es válido, que no hay que insistir..
No des nada por hecho. Pueden desearte mucho y/o quererte infinito y/o decirte cosas bonitas a menudo y/o mandarte fotos chulísimas y excitantes y/o ir contigo al cine, a un concierto o donde sea y/o whatsapear de madrugada cosas íntimas y NO querer acostarse contigo. O no hacerlo más. Pueden haberte dicho que sí, incluso haber iniciado el otro el cortejo y en el último momento no verlo claro y no querer seguir y ese NO no quiere decir necesariamente que no le gustes, que no te desee ni que se esté riendo de ti. El consentimiento es revocable en cualquier instante, incluso en el momento límite. Desdramaticemos una negativa. Desdramaticemos la imperiosa necesidad de tener sexo a toda costa. No te enfades, no fuerces
El buen sexo está basado en estar pendiente de gustos,emociones y reacciones: puede que a una persona en la cama le encante que le cojan fuerte de las muñecas y otra se asuste si lo haces. A una le encantará un lenguaje soez y otra se te pondrá a llorar según lo que le digas. No hace falta más ejemplos. Evitemos pasar un mal rato al otro, por no comunicarnos se puede sentir violentado sexualmente.
Cada uno decide libremente quién toca su cuerpo, cuánto, cuándo, dónde y hasta dónde y cómo. No importa lo que haya pasado antes ni que relación os une. Puede ser tu novia, marido, tu mujer, tu rollo, tu amigo, un desconocido. El SÍ, insisto, ha de existir siempre (y ser jurídicamente válido).
El consentimiento no es libre si se ha conseguido con amenazas o chantajes emocionales o no emocionales, si esperas algo a cambio, no es libre si el otro va muy bebido o drogado, si el otro duerme o está ko, no es libre -obviamente- si hay violencia o intimidación. Si ves al otro incómodo, si intuyes que algo no va bien…PARA. Cuida al otro, protégele, pregunta.
Y no, no ridiculicemos la situación, no saquemos las cosas de quicio: el consentimiento no ha de ser escrito, puede ser expreso o tácito, deducirse de tus actos (basta leer jurisprudencia). Escrito no serviría de nada dado que, como he dicho, es revocable siempre. Lo mismo que la negativa a una relación sexual no precisa de un NO necesariamente. Si eres de esos con un miedo irracional a que después de una relación consentida el otro pueda decir que ha sido forzada, igual tener esa relación sexual no vale la pena, ¿no? Dale vueltas. Y si no hay un sí expreso y no te ves capaz de entender si el otro está consintiendo o no, mi consejo es el mismo: mejor abstente. Si no tienes claro si hay o no consentimiento, tómalo como un NO. No pasa absolutamente nada por dejarlo estar y las consecuencias de hacerlo sin estar seguro pueden ser dramáticas.
Pero no siempre es fácil, lo sé, la casuística es infinita. Ocurre que no somos de piedra…me gustas, te tengo aquí, te deseo mucho, cómo voy a dejar pasar la ocasión…cómo voy a parar ahora que estoy dentro…cómo lo hago si yo tampoco voy muy fino…como no te voy a tocar si llevo tanto tiempo fantaseando con que esto ocurra… cómo le voy a decir a mis amigos que al final no, que te he llevado a casa y no nos hemos acostado…. Y esas situaciones – y podría poner muchas más como ejemplo de bofetadas de realidad alejadas de la teorización- son las que se necesitan hablar y hablar, para sensibilizar, para reflexionar y evitar una violencia sexual.
Y solo cuando tenemos estos conceptos claros- y algunos otros- podemos continuar con cifras, datos, perfiles, normativa y protocolos.
Adjunto algunos materiales para visionar:
–El consentimiento, tan simple como una taza de té
– Para
– Al Revés
annaalmecijasp@gmail.com